Por otra parte, en cierto modo la fórmula hegeliana según la cual “el contenido [de la religión y la filosofía] es el mismo, la forma es diferente” podría atribuirse al Spinoza del Tratado teológico-político, aunque los conceptos de Spinoza sean diferentes, por lo menos en la interpretación que yo, personalmente, daría del Tratado teológico-político, que a mi juicio es un libro de un ateísmo absoluto, combinado con la prudencia en relación con los creyentes y la aceptación de la idea de que la verdad filosófica no está al alcance de todos los hombres, de que sólo es accesible a los filósofos, y de que, como la mayor parte de los hombres son incapaces de captar la verdad filosófica, es preciso aceptar que actúen en función de representaciones religiosas, es decir, de representaciones que Spinoza, a no dudar, consideraba mitológicas. Si se acepta esta interpretación según la cual cabe concluir que Hegel era ateo, hay puntos en común entre el Tratado teológico-político y la filosofía hegeliana.
Raymond Aron, El marxismo de Marx